A lo largo de la Amazonía, las comunidades indígenas se han organizado frente a la tala ilegal, la minería ilegal y el tráfico ilícito de vida silvestre, para generar mecanismos propios de prevención, control y vigilancia de estos delitos en sus territorios.
No obstante, estas acciones son llevadas a cabo mayormente por hombres, mientras que las mujeres están dedicadas, sobre todo, a labores domésticas. En ese contexto, un estudio reciente del proyecto Prevenir de USAID sobre uso de tecnologías para monitoreo y vigilancia en Loreto, Madre de Dios y Ucayali, evidenció las crecientes demandas de las mujeres indígenas para participar activamente en estos procesos.
Así también, este estudio identificó que existe una brecha en el acceso a información, capacitaciones y el uso de tecnologías, pues estas no están al alcance de la mayoría de pobladores indígenas, pese a que son de gran interés y demanda.
Con relación a las mujeres, su interés por participar e involucrarse responde a la necesidad de asegurar el bienestar, la disponibilidad de recursos naturales y la seguridad de sus territorios para sus hijos y las futuras generaciones. Asimismo, porque desean ayudar a transmitir conocimientos y servir como modelos a otras mujeres más jóvenes en sus comunidades.
En ese marco, el proyecto Prevenir de USAID impulsa una serie de iniciativas para la participación equitativa de mujeres en la vigilancia de los territorios indígenas y prevención de los delitos forestales. Entre ellas, ha colaborado con el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (OSINFOR), en el desarrollo de la Mochila Forestal de Delitos Forestales, una herramienta de capacitación participativa e intercultural que ya se ha implementado en comunidades nativas de Ucayali, Loreto y Madre de Dios.
Para garantizar la participación femenina en las capacitaciones sobre los delitos forestales y el manejo de dispositivos tecnológicos, se implementaron servicios de cocina y guarderías para cuidados a menores de edad. Todo ello ha permitido, por primera vez, igualar el número de mujeres capacitadas al de hombres e incluso capacitar a algunas de ellas como entrenadoras para seguir replicando esfuerzos en Loreto, Ucayali y Madre de Dios, dónde se encuentran la mitad de las habitantes mujeres en comunidades nativas del país.