Por primera vez en la Amazonía peruana se ha instalado un centro de atención primaria para animales rescatados del tráfico de vida silvestre. A este espacio se le llama cuarentenario. La iniciativa, de SERFOR y la Gerencia Forestal y de Fauna Silvestre de Ucayali, contó con el apoyo técnico del Proyecto Prevenir de USAID.
¿Te has preguntado qué pasa con un animal silvestre que es rescatado del tráfico ilegal? ¿Y qué opciones reales tienen las autoridades de poderlo reinsertar en su hábitat natural?
“Tener fauna viva la condena de por vida”, sentencia Annie Escobedo, especialista en Conservación de Vida Silvestre del Proyecto Prevenir de USAID. Se refiere a que, cuando la población tiene animales silvestres en casa, los domestica tanto que pierden su capacidad de readaptarse a su ambiente natural. Como no pueden ser devueltos al bosque, deben quedarse en centros de cría, espacios habilitados por el Estado para salvaguardar la fauna fuera de su hábitat natural. Entre los centros de cría están los centros de rescate y los zoológicos.
Para muchas personas, se trata de “solo un loro» o “solo un monito”. Pero, para que estos animales lleguen ahí, muchos han muerto en el trayecto por las pésimas condiciones de traslado y comercio.
Además, cuando los animales silvestres son llevados a casas, reciben alimentos para los que sus organismos nos están preparados. Empiezan a tener problemas bronquiales, digestivos y dérmicos. Y, en muchos casos, mueren o son abandonados por sus dueños. Pero el problema es todavía más complejo. “Más allá de que los animales no tengan la capacidad de adaptarse al ambiente donde son liberados, muchas veces están enfermos”, explica Annie. “Ese es el mayor miedo de la liberación: algunos animales pueden haber contraído ciertas enfermedades y, al regresar al bosque, pueden poner en peligro a otras especies sensibles a esa enfermedad”, añade la experta. Es decir, ellos pueden transmitir enfermedades a los humanos, y nosotros a ellos, lo que es un grave riesgo para la salud pública que incluso podría traer consecuencias tan grandes como una nueva pandemia.
“La población tiene que saber que el hecho de comprar animales por pena, genera esa demanda malentendida y fomenta el tráfico. Es el mercado de la pena”.
Annie Escobedo, especialista en Conservación de Vida Silvestre del Proyecto Prevenir de USAID
¿Qué pasó en nuestra Amazonía durante la pandemia?
Después de Loreto, Ucayali es uno de los departamentos con mayores índices de tráfico de animales silvestres en el Perú. Sin embargo, solo hay un centro de rescate, y no se da abasto.
Además, el 100% de centros de rescate en el país son privados. Sus fuentes de financiamiento suelen ser donaciones (principalmente internacionales) y los ingresos por visitas de la población local, nacional o internacional. Durante la pandemia por la COVID-19, estos lugares dejaron de tener ingresos, lo que hizo insostenible costear la remuneración de los cuidadores, adquirir medicinas y, sobre todo, alimentar a los animales.
Para los centros de rescate, es común acoger a animales silvestres procedentes de tráfico que son aparentemente abundantes, como loros pihuichos, monos, motelos, entre otros, cuyo número supera la capacidad de atención de estos centros. Suerte diferente corren los animales amenazados o raros, como un tapir, un tigrillo o un puma. Su mayor atractivo les facilita oportunidades de protección como ser aceptados en zoológicos, nos explica Annie.
Entonces, ¿qué se hace con todos los animales pequeños que son rescatados? Es ahí donde el Gobierno Regional de Ucayali vio la necesidad de contar con un espacio propio al que llevarlos, mientras se determina cuál será su destino final.
En 2021, el Servicio Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), con el soporte del Proyecto Prevenir de USAID, analizó la viabilidad de implementar centros de rescate en la Amazonía. Así nació el primer cuarentenario de la Amazonía peruana. Conócelo en el siguiente video:
Un cuarentenario es un lugar de tránsito donde se lleva a un animal recuperado mientras se dispone qué hacer con él según sus características específicas. Hay tres opciones: liberarlo a su hábitat natural, trasladarlo a un centro de cría (como un zoológico, zoocriadero, centro de rescate, centro de conservación) o aplicarle la eutanasia, cuando es evidente que el animal está sufriendo.
Sin embargo, lo ideal es que estos centros sean cada vez menos necesarios; es decir, reducir la demanda de tráfico de vida silvestre, lo que está en nuestras manos. ¿Cómo lograrlo? Además de evitar comprar especies como mascotas, no fomentar actividades como, por ejemplo, la toma de fotografías con animales en el turismo y emplear alguna de sus partes para recuerdos.
Comparte esta información con tus amigos y familiares, para que todos juntos podamos prevenir este delito ambiental.
Conoce más acerca de los principales impactos del tráfico de vida silvestre en la siguiente infografía